Friday, July 4, 2008

Memos internos al descubierto. ©

Si me pagaran por amar seria millonaria, si tuviera que restringirlo estaría en quiebra.

Memos internos al descubierto.
La verdad secreta de mi forma de ser.
Por: Erika Hulett
Estimado corazón:

Te escribo por la preocupación que me causa ver tu estado y por la manera en cómo me afecta verte así...

La verdad es que estoy un poco cansado, de oírte llorando, echado a morir, como si fueses el único que vive en este cuerpo.

Estoy harto de acercarme por allí, y de que me digas que no comprendo lo que se siente ser olvidado, y lo que duele no ser tomado en cuenta o apreciado. También me molesta cuando te pones manipulador, y dices que si no te aman pronto dejaras de latir... Estoy obstinado de tus demandas y tus conflictos existenciales; deberías estar agradecido, de poder dedicarte solo amar.

Si algún órgano debería estar afligido, ese soy yo!... Qué cargo con el stress, que tengo que trabajar todo el día, aun cuando no dormimos la noche anterior porque TÚ decidiste dejarnos despierto llorando.

Yo tengo que cuidar de la cosas que importan: recordar la cita en el médico para el chequeo de todos los que vivimos aquí, pagar las cuentas, mandar las instrucciones a todo el cuerpo, puesto que no funcionan sin mi; y todos están felices con mi tarea, menos tu y el estomago que está en huelga por la dieta.

Como es posible que teniendo yo más responsabilidades, no me veas llorando por lo que pasa por mi mente, da gracias a tu cerebro todo poderoso -yo- porque me doy la tarea de hacer funcionar todo de maravilla.

Así mismo, y con el poder que me confiere mi posición en lo alto de nuestro templo, te cancelo los derechos de lloriquear, los dolores por falta de nada que no sea tangible y por supuesto, te suspendo los derechos de amar, hasta que aprendas a controlar tus emociones.

El cerebro.
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Y el corazón contesto...
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Querido cerebro:

No es capricho ni terquedad, el sufrir de amores y de ansiedad, son mis latidos que se empiezan a acelerar; y controlarlos quisiera, pero he de confesar... Involuntarios empiezan a mandar.

De tus tareas tengo quejas que podemos aclarar: le pedí a las manos que acariciaran, y no las dejaste tocar.

Le pedí a los pulmones que suspiraran, pero solo tenían permiso de respirar y le pedí a la garganta que cantara sin parar, pero me contesto que desafinaba y que vergüenza te podía causar.

No sé cómo es que cuidando solo este templo, te empezaste a preocupar por los vecinos, el que podrían pensar y como podrían reaccionar.

A la huelga del estomago me uní, porque el chocolate nos quitaste, prohibiste todos los helados, y de paso, no me dejas ni llorar!.

Por consiguiente espero, que comprendas una vez más, que aunque a este corazón le quieras mandar, imposible te será, porque seré autónomo.... inclusive a tu pesar.

El corazón.

Así ellos pelearon, y me dejaron a mí sin opinar...

Desde entonces cuando pienso no lo siento, y cuando siento...
Dejo de pensar!.